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Gran Luz.

El Pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció. Mt. 4-16. Con las palabras del profeta Isaías, Mateo nos introduce en la gesta del Hombre, que cuando nació fue adorado por tres reyes que venían del oriente, y salvado del plan homicida de Erodes. Aquel niño que desde sus primeros diás de vida, se enfrentó a la envidia y al miedo del poder, como detención, al avance del mensaje del mesías. De muchacho había impresionado ya a los eruditos del templo, por el modo inteligente de conversar. El infante tenía el deber de poner en evidencia la maldad de los hombres, y en esto, su cometido se cumplió. El llanto del recién nacido, se oyó más allá de las fronteras de la tierra y puso en movimiento fuerzas ancestrales, misteriosas potencias, movimientos telúricos maravillosos que la razón no pudo dar explicacion alguna. El ímpetu de esas fuerzas entraron en el exterminado misterio de la creación; del cielo descendieron los angeles que anunciaban a los hombres el nacimiento de un niño portador de redención. Y un astro se desprendió del cosmos para alumbrar el camino de los tres magos. Aquella noche el universo se movió junto al pensamiento de la umanidad que no fue más el mismo de antes, una potencia desconocida entraba en la conciencia del hombre. Del pesebre de Belén salió un mensaje que los hombres habrían recibido o rechazado, hostilizado y ocultado, y muchos se volvieron dueños exclusivos de dicho mensaje provocando discordias y luchas fratricidas. Desde los días de la matanza de los niños perpetrada por orden de Erodes hasta llegar a nuestros días, la historia no ha dejado de registrar el homicidio de niños  en muchas partes del mundo. La memoria es larga, y conserva los estragos de América Central desde Guatemala hasta los Balcanes, de Palestina al África, por todos lados han asesinado niños y muchachos. No describimos tales acontesimientos, puesto que los medios de comunicación han informado detalladamente a los lectores de todo el mundo, sin embargo nuestra atención se dirige a los niños de la calle, a los meninos de rua. Estos infantes que escapan constantemente del asedio del moderno Erodes, no sólo nos imparten lecciónes de supervivencia, sino también ponen en evidencia con el modo miserable de vivir, el egoísmo de la sociedad, la falta de amor, factor determinante que subraya la crisis de las instituciónes, sobre todo las iglesias. Redundancia, frases comunes, como se dice generalmente. Pero tal como están las cosas, quál es la frase que no es común, en particular en este período, en que dentro de algunos días la frase feliz navidad, se hallará en la boca de muchos, como un chicle masticado y remasticado sin cesar, como rumiantes con la mirada vacua y la sonrisa falsa. Atención muchachos, esta verborrea a vosotros no sirve, no os ayuda ni si quiera a obtener un mendrugo de pan. ¡Ánimo! Muchachos, a vosotros os sirve la resistencia al frío, saber matar el hambre, aguzar el ingenio delante de los negreros modernos. Baudelaire narra que detrás de la verja de un amplio jardín de un castillo, se hallaba un niño gracioso, limpio y bien vestido que no jugaba más con su juguete preferido. El chico miraba  más allá de la verja, a un chaval sucio, grácil, harapiento che agitaba y sacudía una caja cerrada por una red que contenía un ratón vivo. Sus padres, acostumbrados al ahorro, sin duda, habían tomado el juguete de la vida misma. Los dos chavales reían fraternalmente, las sonoras cargajadas habían derribado los confínes.
Hugo Campos